Vicente Muleiro

Clarín, 20 de mayo de 2007, sección Educación

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PROPUESTA PARA CHICOS MAYORES DE 10 AÑOS

La literatura infantil cuenta la historia

El escritor Vicente Muleiro publicó “Los cachorros de Don Perro”.

Rubén A. Arribas

La literatura infantil basada en escenarios históricos es una cuerda poco frecuentada. Pese a que ofrece jugosas posibilidades narrativas, pocos escritores argentinos han incursionado hasta ahora en el género. Por ello Vicente Muleiro, quien publicó en 2003 “Don Perro de Mendoza” y en 2007 “Los cachorros de Don Perro”, ambos dirigidos a chicos mayores de 10 años, se ha convertido enseguida en un referente. También en un autor exitoso: de su primer libro circulan ya más de 16 mil ejemplares.

Eso sí, el hueco en el mercado editorial sólo justifica en parte esa buena recepción; a los chicos no se los convence así como así para que lean. El otro ingrediente es el sentido lúdico con que este joven de 56 años afrontó ambos proyectos. Según Muleiro —Premio Rey de España de Periodismo en 1998, novelista, poeta y coautor con María Seoane de una conocida investigación sobre el general Videla—, explorar su costado infantil le ha permitido tomarse licencias que con los adultos le resultan más difíciles. De ahí que, por ejemplo, los narradores de sus cuentos hablen de los “querendones querandíes”, se recreen en la manera de payar de dos gauchos que frecuentan la misma pulpería o acoten que en la batalla de San Lorenzo había “más sangre que en una carnicería donde acabaran de cuartear reses”.

“Cuando uno frecuenta el lenguaje, este se pone a jugar solo, y aparecen las asociaciones y los juegos sonoros. Y no hay por qué asordinarlos ni ponerlos serios: el lenguaje es también un gran juego, un gran carnaval, como sucede en el Quijote. Además, como los chicos están menos aplastados por la cultura, disfrutan más de esos juegos de palabras. Por otro lado, yo creo que la pasión por el lenguaje siempre tiene un ancla en la infancia, incluso en el más serio de los escritores”.

Sin embargo, los juegos con las palabras, las payadas a lo Martín Fierro o los símiles hiperbólicos representan travesuras menores, si se las compara con ciertos atrevimientos en la elección de los puntos de vista para narrar. Así, el perro Beppo es quien adopta al conquistador Pedro de Mendoza, y no al revés. El subteniente Feilberg —el primero en llegar al glaciar Perito Moreno— dice que todo bien con don Francisco Pascacio, el Perito, pero que, en verdad, esa maravilla de hielo debería llamarse glaciar Subteniente Feilberg, y no como la llaman hoy día los turistas. Y los tehuelches del estrecho —los patagones— opinan que el tal Magallanes y su gente son raros... porque no se los entiende, porque no visten piel de guanaco para el frío y porque, sépalo, Jefe, “Son gente, pero gente Patachica”.

“Utilizo esos cambios en los puntos de vista para no seguir la historia del manual, para contar otras miradas distintas a las oficiales”, aclara Muleiro. Y en esa misma clave rebelde y traviesa puede leerse que los temas giren alrededor de la vida cotidiana o que los protagonistas no sean próceres heroicos. En general, acá son chicos, perros o mucamas quienes relatan en qué andaban cuando llegó la primera locomotora a Buenos Aires, cuando en el Circo Criollo daban “Juan Moreira” o cuando Lavalle fue a visitar a Rosas. En ambos libros, la historia de los manuales está a un costado —en forma de bibliografía al final de cada cuento— y la literatura, en primer plano.

Pero esa exitosa mezcla de mucha ficción y una pizca de realidad, de momento, conoce un límite: 1912. De los 18 relatos que reúnen “Don Perro de Mendoza” y “Los cachorros de Don Perro”, sólo uno incursiona en el siglo XX. “Con los episodios de la colonia y hasta la Ley de Sáenz Peña, es como si la distancia en el tiempo me permitiera no involucrarme tanto emocionalmente como para jugar... No sé si sería capaz de escribir en tono lúdico sobre el golpe de 1930, el peronismo y su caída, los terribles años de plomo o los desaparecidos. Quizá más adelante”.

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RELATOS NO "ESCOLARIZADOS"

La literatura infantil argentina goza de buena salud. “Está más desarrollada de lo que sabemos: no necesita de la presentación mediática; funciona por otros canales”, explica Vicente Muleiro. Según él, hay autores excelentes que abarcan un amplio abanico de temas y que exploran el momento actual. “Graciela Montes, Silvia Schujer, Elsa Bornemann, Laura Devetach o Ricardo Mariño se han animado a transgredir la ‘doxa’ bienpensante y escriben sobre la desarticulación de la familia, la sexualidad o padres que les presentan nuevas parejas a sus hijos. Es decir: no han ‘escolarizado’ la literatura infantil, en el peor sentido de esa palabra: hacer que el papá lea el periódico, la mamá cocine y el chico, que juega con el perro, haga una travesura ingenua. Estos autores escriben sobre problemas del presente”.