Fundación Manuel Sadosky


Clarín, 25 de marzo 2007, suplemento Educación

Versión papel: primera página aquí y segunda página acá.

LANZAMIENTO DE LA FUNDACIÓN SADOSKY

En busca de la herencia humanística
del matemático Manuel Sadosky

El flamante centro de excelencia promoverá la investigación en Tecnologías de la Información y la Comunicación. Lleva el nombre del brillante matemático argentino, cuya generosidad obligaba a los demás a dar lo mejor de uno.

Rubén A. Arribas

Cuando los chicos de la secundaria se preguntan “¿Para qué sirve la Matemática?”, habría que tener a mano la biografía de Manuel Sadosky; su vida resulta paradigmática de qué lugar puede ocupar un científico en la sociedad actual. De hecho, su legado humanístico goza de tal unanimidad y legitimidad social que el Ministerio de Economía, el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, el Consejo de Rectores de las Universidades Argentinas, el CONICET, las cámaras de empresas tecnológicas CICOMRA o CESSI y varios organismos más han elegido su mecenazgo para crear un centro de investigación de punta. La reciente Fundación Doctor Manuel Sadosky es la figura jurídica que sella una alianza estratégica nacional entre el Estado, las universidades y las empresas para aumentar la competitividad del país en el largo plazo. Como explica Tulio del Bono, Secretario de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva la elección del nombre no es azarosa: “Sadosky compromete a un estilo de trabajo”.

Y es que la huella de este matemático permanece indeleble en quienes lo conocieron. Unos lo recuerdan como el visionario que trajo a Clementina en 1960, la primera computadora que tuvo el país. Otros porque simbolizó aquella excelencia en la educación pública por la que se desvivía Sarmiento. Muchos porque lo sintieron como alguien sabio que ensanchaba siempre el campo de visión ajeno —con un libro, con un contacto, con una crítica constructiva— sin pedir algo a cambio. Todos coinciden en que era un eximio constructor de redes laborales y un líder cuya generosidad obligaba a los demás a dar lo mejor de uno. Por tanto, abrir una fundación con su nombre implica asumir una manera no sólo de hacer ciencia, sino de practicar el humanismo y de integrar valores sociales. También de mirar hacia el futuro.

Por eso, y al menos sobre el papel, la Fundación Sadosky será el instrumento que le permita a la Argentina cumplir con una meta estratégica: convertirse en 2014 en un país líder en el campo Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC). Para ello, la Fundación estará concebida como un centro de excelencia que investigará, desarrollará e innovará en esa materia y que actuará como el nodo integrador de la red científica y tecnológica del país. Si todo va bien, el gobierno confía en lograr entonces que la contribución al PBI de las empresas con orientación TIC crezca del 1,8 al 3 por ciento y que el número total de investigadores científicos aumente de 30 a 60 mil. En definitiva, este esfuerzo incrementará la competitividad de las empresas y robustecerá este sector productivo, donde el país tiene grandes oportunidades de mejora, según el estudio de fortalezas y debilidades del sistema científico argentino realizado por el gobierno.

Para Tulio del Bono, —quien ocupa el cargo que Sadosky tuvo durante el gobierno de Alfonsín—, la Fundación trabajará como una consultora público-estatal hiperespecializada que priorizará aquellas líneas de investigación en TIC que el consejo directivo considere de mayor impacto. Es decir: el diálogo entre Estado, universidades y empresas servirá para afinar dónde y cómo se invertirán los recursos. Asimismo, la Fundación actuará como una incubadora de empresas dedicadas a la tecnología, y no competirá contra ellas. Como pedía Sadosky, no se trata de generar abstracto conocimiento de punta, sino saber de alto nivel aplicado a necesidades sociales inmediatas. Por ejemplo, cuando él trajo a Clementina la puso a trabajar las 24 horas para corregir datos censales o calcular la altura y el caudal de los ríos. Esa es la idea de Matemática Aplicada que él tenía y que la Fundación implementará.

En ese sentido, las hoy misteriosas siglas TIC se convertirán tarde o temprano en algo de dominio público, como sucedió con la computadora. Del Bono da varios ejemplos de su aplicación futura: “En el agro puede ser un sistema informático que monitoree sensores de humedad y que permita regar con mayor eficiencia. En educación, a través de buenas conexiones por Internet, podemos aportar a las escuelas más alejadas del país recursos docentes de alta calidad. Y en las prácticas de gobierno, por ejemplo, podemos habilitar nuevas vías de participación para los ciudadanos a través de foros públicos y de consultas populares”. Vamos, que no quedará rubro sin tecnificar.

Mientras eso sucede, la Fundación ultima los trámites jurídicos para comenzar sus actividades en el segundo semestre de 2007. Primero abrirá la sede central en Buenos Aires y después articulará varios nodos regionales: “Probablemente empecemos con Bahía Blanca, Córdoba, San Juan, Rosario, San Luis y Tandil”, cita el Secretario. A continuación convocará un concurso para contratar de 10 a 20 científicos de primer orden que coordinen equipos de investigación nacionales. Si bien las líneas de trabajo las decidirá el consejo directivo de la Fundación cuando este se constituya, del Bono adelanta que pertenecerán a los rubros telecomunicaciones, microelectrónica, robótica y similares. En cuanto a la financiación, aclara: “El Estado correrá con los gastos de funcionamiento los 4 ó 5 primeros años, hasta que el proyecto se autosostenga gracias a las patentes que registremos y a la venta de servicios. El presupuesto inicial para la sede central es de 12 millones de pesos por año”.

¿Y algún objetivo para el corto plazo? “Sí, formar recursos humanos. La Argentina tiene pocos expertos en TIC con título de grado o posgrado; así que, a mi juicio, ese es uno de los baches más importantes que debemos salvar”, sostiene del Bono. De ahí que la Fundación se plantee dos objetivos inmediatos: colaborar con las universidades para crear estudios de grado y posgrado orientados a las TIC y colaborar con el Programa Raíces para repatriar y vincular científicos argentinos especializados en la materia a universidades de acá. La idea es, como aclara del Bono que “haya médicos, abogados, ingenieros agrónomos, etcétera que, por ejemplo, estudien posgrados y se especialicen en TIC”.

En resumen: en 2014 —el año en que Manuel Sadosky cumpliría cien años— las siglas TIC serán tan comunes como hoy PC. La Argentina, a través de esta fundación, quiere subirse ya mismo al tren que lleva a ese futuro. Los medios y el compromiso de todos los sectores parecen estar; ahora sólo falta echar a rodar el proyecto. Eso sí, ojalá que también para entonces, entre tanta tecnología, a los chicos del secundario ya sepan explicarles para qué sirve un matemático en una sociedad como esta.


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Un libro para honrar la memoria de un amigo

La deuda de Leopoldo Kulesz con su amigo Manuel Sadosky sigue sin saldar. De ahí que este Doctor en Matemática y editor de 36 años mantenga desde hace tiempo dos iniciativas para honrar su memoria. La primera consiste en regalar el libro “Honoris Causa. El legado de Manuel Sadosky” a quien se lo pida. Para ello basta escribirle al correo de la editorial, info@delzorzal.com.ar, y solicitarle este volumen, que compila los artículos que amigos como Mario Bunge, Pablo Jacovkis o Santiago Kovadloff le dedicaron a Sadosky. La segunda iniciativa es publicar un libro que recabe los testimonios de aquellas personas que lo conocieron Para colaborar en ese emprendimiento, la dirección de contacto es la misma.

Sin embargo, el tributo de Kulesz a su maestro no termina ahí. Dentro de las colecciones que ofrece Libros del Zorzal, una es Formación docente en Matemática y la dirige Patricia Sadovsky, sobrina de don Manuel y reconocida didacta en la materia. De momento, la colección consta de 6 libros, uno de los cuales, “Leyendo a Euclides” de Beppo Levi, originó la editorial. El libro data de 1947 y era inhallable hasta que Sadosky lo sacó en 1999 de su biblioteca para recomendárselo a Kulesz. Este quedó deslumbrado y, en vista de que nadie quería publicarlo, su hermano Octavio y él invirtieron 3 mil pesos y comenzaron con Libros del Zorzal.

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"Nos preocupaba que aprendieran a razonar"

Rebeca Guber fue la coautora de un libro de cabecera para muchos estudiantes de Análisis Matemático en los 60: “el Sadosky-Guber”, como lo llaman muchos todavía. Guber tiene hoy 80 años, trabaja desde 1995 en la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva y ha participado en la elaboración del estatuto que regirá la fundación que lleva el nombre de su colega y amigo. A su edad, sigue tan activa como cuando Sadosky y ella escribieron el libro.

Así recuerda aquella época: “Los dos fuimos vetados como profesores universitarios por cuestiones políticas en la década del 50. Entonces dimos clases particulares para sobrevivir y ahí detectamos las principales falencias de los estudiantes. Como en nuestras respectivas cátedras, el doctor Sadosky se ocupó de la parte teórica y yo, de la práctica. En 2 ó 3 años tuvimos preparado el libro”. ¿Por qué funcionó tan bien? “Nos preocupaba que los alumnos aprendieran a razonar, no que rindieran exámenes y siguieran adelante”.

Eso sí, Sadosky-Guber compartieron más que un libro de Matemática. Primero, con la llegada de la Triple A en 1974, vivieron juntos el exilio en Venezuela. Después, con la llegada de Alfonsín en 1983, formaron equipo en la entonces Secretaría de Ciencia y Técnica. Es decir: el dúo laboral se mantuvo unido a lo largo de más de 50 años. En palabras de la doctora, la suya fue una relación “cálida, compañera, entrañable”.

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