Orquesta infantil de Mataderos


Clarín, 5 de agosto de 2007, suplemento Educación

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EL PROGRAMA FUE FUNDADO EN LA CIUDAD EN 1998

Orquestas infantiles con historia

Rubén A. Arribas

Melina D’Angelo deja sobre el pupitre el violín para explicar cómo ensaya en casa. Detrás el profesor Alejandro Thau le enseña a los otros 7 alumnos el modo correcto de erguir la espalda y cómo elevar el codo para sacar un sonido dulce con el arco. Salvo Aiel Bobanach (5), todos cursan 3er ó 4º grado y, año más, año menos, tienen la edad de su compañera: 9. Según Melina, entresemana cuando llega de las clases de primaria come y toca un rato.

—Ponés la mano izquierda así —dice mientras levanta el brazo y alza la palma izquierda casi a la altura de los anteojos—. Después agarrás un lápiz con la otra.
—¿Y luego?
—Tocás —dice deslizando su desnuda mano derecha a la altura de su no menos desnudo brazo izquierdo.
—¿Y el violín?
—Y el violín te lo imaginás.

Melina hace tres semanas que ha descubierto cuánto le entusiasma aprender música. Como para la mayoría de sus 40 compañeros inscriptos en la Orquesta Infantil de Mataderos, este es su primer contacto con chelos, clarinetes, flautas traversas y violines. Por ahora los instrumentos se quedan en la escuela Roma, sede de la orquesta, pero cuando esta se asiente del todo los chicos podrán llevárselos prestados incluso en vacaciones. Mientras tanto, para reafirmar lo aprendido los sábados en los ensayos generales y los martes y jueves en las clases de instrumento, Melina y compañía deben recurrir a la única riqueza que está bien redistribuida: la imaginación.

Imaginación y visión de largo plazo es lo que demostraron en 1998 Claudio Espector y Beatriz Fuchs, los fundadores del programa Orquestas Infantiles y Juveniles, que auspicia el Gobierno de la Ciudad. Ahora como entonces el objetivo continúa inalterable: “Romper con la estigmatización social de que los chicos que viven en barrios marginales no tienen capacidad para aprender”, explican. Con la puesta en marcha el 9 de junio de la orquesta de Mataderos, son ya 6 —Retiro, Bajo Flores, Soldati y dos en Lugano— las que funcionan y más de 350 los alumnos entre 6 y 18 años los que asisten. En este tiempo algunos chicos que comenzaron con el proyecto integran ahora la Orquesta Académica del Teatro Colón o han ingresado al conservatorio para cursar la carrera de Música.

“Esto demuestra que el Estado, además de satisfacer las necesidades de la población, debe pensar y ofertar políticas educativas. ¿A quién se le ocurriría si no pedir una orquesta sinfónica infantil?” El matiz que introducen Espector y Fuchs en su reflexión apunta a que esta propuesta pedagógica persigue más la integración social y la igualdad de oportunidades educativas que el entretenimiento o la formación de músicos de elite. Por ejemplo, los sábados cuando la orquesta se reúne de 14.30 h a 18.00 h, importa tanto que los alumnos merienden como que entiendan que “las cuerdas escuchan cuando las flautas y los clarinetes hacen la melodía”, tal y como les pide Facundo Ordóñez a los 21 instrumentistas de su clase de Orquesta. A cambio, los chicos dan mucho, sobre todo a los 6 docentes que trabajan con ellos.

“Yo aprendo mientras les enseño: enseguida captan mis inseguridades, y eso me obliga a revisar constantemente lo que sé”, asegura Ana de Marchi, profesora de chelo y en el proyecto desde 1998. Algo con lo que acuerda, Guadalupe Dozo, quien estudió flauta traversa 7 años en Buenos Aires y 3 en París, y quien señala que estos chicos necesitan lo mismo que ella tuvo: “Buenos maestros que se tomen el tiempo para enseñarlos”. La fórmula funciona y contagia ilusión. Es más: si la propia Melina D’Angelo persevera con su violín imaginario en casa y continúa con la orquesta, en unos años podrá contar que estos fueron sus inicios. Y como ella, el resto de sus compañeros.

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POTENCIALIDAD

“Desde el arte, este proyecto logra que los chicos se sientan seres con subjetividad y seres dignos”, sostiene Leonor Machado, directora desde 1994 de la escuela Roma, situada en Cosquín y Montes. “Estos niños tienen unas potencialidades impresionantes. Depende de nosotros, los docentes, sacar resultados”, evalúa Machado desde sus 65 años y su experiencia con la población escolar de Ciudad Oculta y de Los Perales. Según ella, está tan “feliz de que la orquesta esté acá”, que quiere que participe en los actos del día del patrón, el 29 de agosto.

“Tenemos que mostrarle a la comunidad qué puede perderse si no se involucra y cuida la orquesta”, dice. Y juzga así el binomio educación y música: “En esta escuela queremos formar personas que enfrenten los peligros de la villa —el paco, la violencia, la prostitución y la delincuencia— y que sepan decidir lo mejor para ellos. La orquesta les da a nuestros chicos mayor capacidad para expresarse y para elegir libremente”.

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