Guillermo Stenborg, científico de la NASA

Clarín, 15 de octubre de 2006, sección Educación

La nota en Clarín.com: aquí.
Versión en papel: acá.

CONVOCADOS POR MICROSOFT ARGENTINA

Científicos argentinos de la NASA
formarán programadores de software

Rubén A. Arribas

“La preparación de los científicos argentinos es buena. De los que trabajan afuera y que yo conozco, a todos les va bien.” Son palabras de Guillermo Stenborg, uno de los 11 científicos argentinos que trabajan en la NASA. El pasado 12 de septiembre, este experto en la observación del Sol pasó por Buenos Aires para presentar 2 proyectos educativos de Microsoft Argentina donde participa (ver recuadro). Después de la conferencia de prensa, conversó con Clarín.

Stenborg (Buenos Aires, 1953) explica que salió hace 10 años del país y subraya que sus opiniones en materia educativa son a título personal. Aunque se siente satisfecho de su paso por la carrera de Ciencias Físicas en la UBA, señala un punto débil en su formación académica: “Nunca tuve una clase donde me enseñaran cómo redactar un trabajo de investigación o donde me dijeran qué estructura debía tener cada párrafo en un texto”. Y esa falencia, indica, no tardó en pasarle factura: “En Alemania, mi director del doctorado me tiró a la basura el primer borrador de la tesis... No por el contenido —me dijo—, sino por cómo estaba escrita y estructurada”. Por esa razón, resulta fácil comprender qué se traería de la educación estadounidense: “Allá enseñan a escribir en la escuela. Hacen mucho hincapié en eso. De hecho, estoy aprendiendo mucho de los apuntes de mi hija Sofía”.

De todos modos, por supuesto, uno y otro sistema educativo difieren en más aspectos. Según este profesor de la Universidad Católica de Washington, la diferencia principal es el grado de especialización y lo ejemplifica así: “Nosotros sabemos un poco de todo y mucho de nada, allá salen especialistas en transbordadores espaciales”. Y realiza un diagnóstico al respecto: “A ellos les falta nuestra adaptabilidad y a nosotros, su especialización”.

Para explicar otras diferencias, Stenborg acude a su condición de padre que sigue de cerca la educación de su hija, Sofía (15). A favor de la secundaria estadounidense, señala 4 puntos: mayor número de materias científicas, más horas de ciencia en la televisión, un mayor uso de Internet con fines educativos y un mayor estímulo para que los chicos hagan sus tareas científicas en museos pensados para ellos.

Eso sí, la secundaria argentina también tiene sus fortalezas: “Allá están muy orientados a los resultados y en la escuela, por ejemplo, aprenden a manejar calculadoras gráficas para aproximar una nube de puntos a una curva. Sin embargo, no les enseñan por qué esa técnica es buena o es mala, es decir, el método matemático en sí. Acá vamos más a las bases del asunto”. Y, como buen científico, apunta hacia la integración de saberes: “Lo ideal sería un compromiso entre ambos enfoques”. Claro, que ahí la falta de recursos económicos se erige en un obstáculo.

En cualquier caso, a las carencias económicas, la Argentina debe sumar otro problema: la falta de vocaciones. Los bajos números de nuevos inscriptos en carreras como Biología, Matemática o Física resultan alarmantes. Así ve Stenborg el asunto: “Es un problema de información. Leo los diarios y veo que todo el mundo siempre estudia lo mismo: abogacía, ingeniería y empresa... Cuando vivía acá, di algunas charlas en la escuela de mi hija; ahí me di cuenta de que los chicos no tienen ni idea de la cantidad de salidas laborales que existen o del alcance de las carreras. Por ejemplo: no saben que los físicos trabajamos con licenciados en sistemas, aunque éstos no tengan nada que ver con nosotros”.

En resumen, según este científico que trabaja en la NASA, acá hay buena materia prima, pero escasean los recursos económicos y hay que estimular más las vocaciones. Como lo de la plata siempre resulta difícil, al menos convendría trabajar ya en lo otro... No vaya a ser que la Argentina deje de producir un bien que le ha costado tantos años, esfuerzo y dinero: científicos de primer nivel.

*

Asesores de lujo para los chicos
De los 11 científicos argentinos que trabajan en la NASA, 5 —Gerónimo Villanueva, Hebe Cremades, Juan Cebral, Roberto Fernández Borda y Guillermo Stenborg— se han involucrado en 2 proyectos educativos de Microsoft Argentina: Plan + y Alianza por la Educación.

El primero busca estimular la formación de programadores y arquitectos de software. Para ello, en los 2 últimos años Microsoft Argentina ha concedido 1.700 becas de estudio, ha donado junto con el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología 10 laboratorios en lugares como Bahía Blanca, San Luis o Resistencia y ha generado 800 puestos de trabajo en empresas asociadas. Sebastián Lancestremère, director de Nuevas Tecnologías Microsoft Cono Sur, aporta un dato revelador al respecto: “Faltan ingenieros de software. Si pudiéramos formar 9 mil, todos tendrían trabajo”.

Por su parte, Alianza por la Educación desarrolla proyectos como “El Sol en foco”. Este programa brinda a los estudiantes de primaria y de secundaria la oportunidad de trabajar con científicos argentinos de la NASA, como Guillermo Stenborg. Ellos los asesorarán a través de Internet y los visitarán cuando los chicos presenten sus trabajos. Las bases de la convocatoria están aquí.