Becas solidarias en la Universidad de Lanús

 

Clarín, 2 de marzo de 2008, suplemento Educación.

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EL PROGRAMA COMPROMISO COMENZÓ EN 1999

Profesores donan parte de su salario
para becar a alumnos universitarios

Lo hace el 90 por ciento de los docentes, no docentes y autoridades de la Universidad Nacional de Lanús. También colaboran estudiantes.

Rubén A. Arribas

¿Usted donaría de manera voluntaria el 1 por ciento de su salario para becar a una persona con buen desempeño académico y cuya situación socioeconómica así lo ameritase?

En la Universidad de Lanús (UNLa) ya lo hacen desde 1999. Y además con mucho gusto: “El 90 por ciento de los docentes, no docentes y autoridades —que donan el doble— aportan al programa Compromiso Educativo. A todos se les descuenta por planilla de sueldo, luego de dar su consentimiento”, explica Alicia Peire, directora de Bienestar Universitario.

Eso sí, quienes trabajan en el campus no son los únicos solidarios. Muchos estudiantes contribuyen con cuotas de 25, 10 y 5 pesos mensuales. Otros no compran estos bonos, pero saben que un 50 por ciento de lo que pagan en la playa de estacionamiento va para sus compañeros. Y de lo que ingresa la universidad por brindar servicios a terceros, esta reserva un porcentaje para ayudas. Asimismo, la UNLa destina el 1 por ciento del presupuesto para este fondo. ¿Resultado? 871 alumnos becados en estos 8 años con entre 1.100 y 2.200 pesos anuales.

Además del enfoque solidario, otros dos aspectos vuelven aún más especial este programa. El primero es que un porcentaje del dinero se guarda para ayudar a personas en situaciones de emergencia (muerte de un familiar directo, incendio de la casa y similares). El segundo, que los alumnos devuelven el monto, bien reingresando el dinero cuando terminan la carrera, bien en forma de tareas para la universidad que impliquen un aprendizaje para ellos: ayudantías en los laboratorios, labores administrativas o talleres para materias que actúan como cuello de botella.

Para evaluar a los candidatos, se miden el desempeño académico y el nivel socioeconómico, ponderados cada uno por igual. “No buscamos alumnos con expediente de 10; sino personas que necesiten esta ayuda para permanecer en la universidad”, subraya Peire. En otras palabras: el objetivo es, sobre todo, combatir la deserción.

“Es que en las universidades argentinas está en el 18 por ciento”, señala la directora de Bienestar de la UNLa. Aunque carece de estadísticas fiables porque la universidad apenas tiene 10 años, Peire mantiene contacto a diario con los alumnos e ilustra con este otro dato por qué el riesgo de abandono resulta elevado: “Como en todo el conourbano, acá la edad media de los alumnos es alta. En 1999 era de 36 años, hoy de 28”. Y agrega para explicar esas cifras: “A esta universidad comenzó a venir gente grande que no había podido estudiar porque Buenos Aires le quedaba lejos”.

De ahí que el perfil de los becados muestre particularidades: “Es habitual que tengamos mujeres con hijos a cargo y que sean jefas de hogar, por ejemplo”. También que los problemas que afectan a esta población sean otros a los esperables en un estudiante: “La violencia conyugal, el desempleo, la salud o la falta de cobertura sanitaria”, enumera la directora.

Por eso, además de ayuda económica, la UNLa ofrece contención humana. Cada becado tiene un tutor —licenciado en Trabajo Social y que trabaja ad honorem— que lo acompaña y que hace de guía académico durante el curso. Según Peire, “acá hay gente que no tiene computadora, que no compra el diario o que no tiene libros en casa... Cuando ingresa en la universidad, se sienta desorientada: son demasiadas cosas las que no conoce”.

Pero además de la solidaridad y de la contención, un tercer factor explica el éxito del programa: quienes aportan ese 1 por ciento de su salario, como Alejandro Herrero —investigador del CONICET y profesor de la UNLa—, hablan con orgullo de su lugar de trabajo. “Es que vos lo ves, vos ves que hay transparencia y que ayudás a gente con la que estás a diario”, enfatiza. Quizá esa sea la mejor manera de incentivar la solidaridad: practicar la transparencia; las buenas ideas, las personas y las ganas de ayudar ya están.

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UNA IDEA QUE ARRANCÓ POR 15 DOCENTES

“La UNLa se puso en marcha entre 1996 y 1998, y entonces el presupuesto era escaso. Al poco de empezar, nos dimos cuenta de que la gratuidad no resultaba suficiente para retener a los alumnos. Muchos docentes habíamos estudiado en la universidad pública y queríamos devolverle a la comunidad parte de lo que nos había dado, así que a un grupo de unas 15 personas se nos ocurrió una idea: aportar el 1 por ciento del salario para becar a estudiantes. Se lo contamos a los demás, les pareció bien y arrancamos”, explica Alicia Peire.


AYUDAS PARA QUEDARSE

El programa comenzó con 46 ayudas en el año 2000, y en 2007 alcanzó ya las 188. De los beneficiados el año pasado, 43 recibieron 1.100 pesos y 145, 2.200. Según la normativa, los primeros son nuevos inscriptos que llegaron al 2º cuatrimestre, mientras que los segundos son alumnos regulares. Los montos son anuales y se entregan en 10 cuotas.

Más información: www.unla.edu.ar, 6322 9200 y becas@unla.edu.ar.

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