Club de Chicos de Saavedra

Clarín, 3 de febrero de 2008, suplemento Educación

Versión en papel: aquí.
Las fotografías las tomó Federico Hamilton.


CLUB DE CHICOS

Tiempo de recreo en las escuelas de los sábados

Durante el año lectivo, el programa se desarrolla en siete centros de la Ciudad.

Rubén A. Arribas

“1, 2, 3 y vuelta”. “Chicas, cuidado: se están juntando”. “Atrás, atrás”. “Parejas... ¡Ahora!”. A las damiselas del programa Club de Chicos que asisten los sábados por la mañana a la escuela Naciones Unidas, les gusta encontrarse para bailar. Este grupo —el de chicas entre 10 y 12 años— lo integran unas 20 jovencitas que deciden todo: la música, la coreografía y hasta el vestuario. Su profesora, Carla Kwasnik, sólo las dirige. Si sus alumnas le piden Shakira, les da Shakira. Si le piden High School Music, High School Music. Si le dicen que les lance un osito para el final de la coreografía de “El patito feo”, lo lanza. Como en el resto de actividades de esta escuela convertida en club los sábados de 10 a 13 h, los alumnos proponen y los profesores orientan, acompañan, juegan.

“Acá el chico elige en cada momento dónde está. Si está jugando al fútbol y se cansa, se va al taller de ajedrez o al de plástica, por ejemplo. La mayoría de las chicas vienen a la clase de danza; sin embargo, otras solo vienen para contarse sus cosas... Hoy el barrio no es como cuando nosotros éramos chicos. Ahora hay más inseguridad, menos zonas verdes, desaparecieron muchas instituciones vecinales. Por eso proponemos que la escuela funcione los sábados como un lugar de encuentro y de recreación”, explica Luis Sánchez Berazategui, coordinador del programa en este club- escuela del barrio de Saavedra.

Además de este centro —que los sábados se llama Zapatillas Revoltosas—, hay otros 5 adheridos al programa Club de Chicos (ver recuadro), auspiciado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Esta iniciativa, que está dirigida a niños entre 6 y 12 años, surgió en 2005 para cubrir el hueco educativo-recreativo dejado por otro programa similar, Club de Jóvenes, en funcionamiento desde 1999 y destinado a mayores de 12. Con solo dos años de existencia, Club de Chicos cuenta ya con unos 500 asistentes semanales, mientras que su hermano mayor recibe a unos 3 mil y abrió 30 centros. Los números en sendos programas son buenos, sobre todo si se considera que los chicos asisten cuando y porque quieren.

La característica principal de ambas iniciativas es que cada club-escuela elabora su propuesta. “Trabajamos con un programa flexible que cada centro construye a partir de varios factores: la cantidad y la capacidad de los docentes, el espacio físico, la comunidad donde está y el perfil de los chicos. Y si bien partimos de ejes comunes en las áreas de trabajo —conformar grupos, usar el juego como motor, proponer actividades artístico-expresivas y fomentar el deporte—, las actividades que ofrece cada Club de Chicos varían con la demanda de cada comunidad”, aclara Sergio Canosa, coordinador regional de los dos programas.

En el caso de la comunidad del Zapatillas Revoltosas, por ejemplo, la oferta de actividades está enriquecida por la disponibilidad del parque Padre Mujica, que está justo en la puerta. Por allí corren en esta soleada mañana otoñal las bailarinas del grupo de 6 a 10 años, quienes juegan a la mancha mientras esperan a que las grandes acabe su clase con Carla Kwasnik. Con ellas juegan los hermanos Lautaro y Emiliano Carosela (6), quienes, en vez de esperar para ensayar la coreografía de “Casi Ángeles”, quieren irse a patear la pelota o a probar con el ajedrez. Aunque todo esto tendrá que esperar: son casi las 11 y media y la profesora que los cuida, Rosa Calero, les pide que regresen a la escuela: los espera la vianda.

En las aulas de Naciones Unidas, a los demás también les anuncian que llegó la hora de almorzar. “A lavarse las manos, ¡a comer!”, grita Guillermo Telch, el profesor de ajedrez. Algunos dejan entonces en el corcho de la clase el dibujo que estaban pintando; sin embargo, otros agarran un tablero y se ponen a jugar. Telch supervisa quiénes salieron a comer y después, al que mueve negras, le explica una jugada con la torre... Por lo que se ve, acá ni siquiera es obligatorio ir por la vianda. Si uno quiere comer, come. Y si quiere jugar, juega. Queda claro entonces por qué los chicos dicen que este es un buen programa de sábado.

*

No hay lugar como la escuela
“El adulto es imprescindible para los chicos. Para que haya educación, es necesaria una relación asimétrica entre un adulto y un chico o joven. No son amigos, no son hermanos... Es decir: existe una relación que implica responsabilidades diferenciales: el adulto debe orientar, cuidar, contener, proteger... Esa función es deseable que la cumplan todos —padres, tíos, abuelos, escuela, Estado—; sin embargo, la realidad socioeconómica en determinados barrios ofrece desocupación crónica, chicos que ingresan prematuramente al trabajo informal o que asumen responsabilidades como cuidar a sus hermanos menores. En esos entornos, la escolarización tiene otro valor y la deserción escolar, sobre todo en la secundaria, es alta. Nuestros dos programas intentan recuperar espacios que se han perdido en los barrios, preservar el carácter juvenil de los chicos y ayudar a que los pibes construyan su proyecto vida, que asuman su realidad social como un punto de partida, y no como una fatalidad. Para nosotros, con sus ventajas y sus inconvenientes, la escuela es el mejor lugar donde ellos pueden estar”. Sergio Canosa, Coordinador Regional de Club de Chicos y Club de Jóvenes.


Dónde funcionan
Los 6 centros de Club de Chicos —de 6 a 12 años— adheridos a este programa del Gobierno de la Ciudad son los siguientes:
  • Caballito. Escuela José Ignacio Gorriti, en Nicasio Oroño 1431.
  • Floresta. Escuela Ernesto Alejandro Bavio, en Bahía Blanca 1551.
  • Saavedra. Escuela Naciones Unidas, en Rogelio Yrurtia 5806.
  • La Boca. Escuela Juana María Gutiérrez, en Rocha 1226.
  • Bajo Flores. Escuela Carlos Geniso, en Agustín de Vedia 2519
  • Saavedra. Escuela República de Turquía, en Ruiz Huidobro 3853.
Todas funcionan de 10 a 13 h, salvo Bajo Flores, que abre de 12.30 a 16 h, y la Escuela República de Turquía, que va de 12.30 a 17.00 h. Las actividades son gratuitas y la comida está incluida.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajaja, yo soy una de las de la foto :) es lo mas ir a ese Club!
Ademas ahora mejoramos un monton :) y tienen qe venir a vernoss :)
Muchas ya tenemos mas enlongacion!
algunas como yo ya queremos ir a una escuela de danza! a perfecionarnos :)

Amoo Bailaar (L)
Caamii :)

Aviones desplumados dijo...

Es verdad: ese club es muy lindo, con el parquecito ahí al lado... Desde luego está genial como plan para los sábados por la mañana.

Y sí, como yo estuve allí (y ellas bailaron para mí), puedo decir que las chicas de la foto lo hacen muy pero que muy bien... Claro, que también debo decir que le daban más bola al fotógrafo que al periodista. :)

Un beso, Caamii, y a ver si es verdad que os anotáis todas a la escuela de danza.

Anónimo dijo...

hola ruben! que alegria encontrar este artículo en tu blog. Con los chicos de los clubes estamos haciendo una revista digital (por ahora es en formato blog) y justamente hay hermosos textos escritos por pibes de saavedra. Comparto con vos la revista: http://www.revistaclubdechicos.blogspot.com/

te mando un abrazo
sergio frugoni

Aviones desplumados dijo...

¿Qué tal, Sergio?

Me alegro de que los chicos se hayan lanzado a escribir un blog; seguro que lo pasarán bien y se engacharán con la escritura. Gracias por compartir el enlace: claro, pasaré y veré qué cuentan.

Un abrazo. Que anden bien al otro lado del Atlántico.

PD: Un beso para Rocío y para Karen. Y no sé, para Jonathan, ¿qué se le da a alguien que boxea?, ¿un cross, un jab, un uppercut, qué? Bueno, sea lo que sea, también un abrazo para él.